A lo largo de las décadas, la Maison ha puesto de relieve con frecuencia la belleza cristalina de esta piedra. Un ejemplo es un clip de 1938, ahora en la colección patrimonial de Van Cleef & Arpels, con un ramillete de flores de oro amarillo, zafiros, aguamarinas y topacio. En la década de 1950, las piedras preciosas se combinaban con el brillo del platino y los diamantes en un collar que se puede transformar en dos pulseras.

En la actualidad, las aguamarinas brillan con su máximo esplendor en las creaciones de Alta Joyería, como la pulsera Fiore (colección Romeo & Juliette, 2019) con dos aguamarinas talla pera de 50,87 y 50,50 quilates. También aparece en el primer Objeto Extraordinario de la Maison, el autómata Fée Ondine (2017), con un ejemplar de 129,61 quilates que representa el rostro de la figura femenina.

La aguamarina es sensible a los golpes y al calor. Por lo tanto, la Maison recomienda quitarse la pieza antes de cualquier actividad deportiva y evitar llevarla en entornos cálidos y húmedos (ducha, sauna, hamán). Es recomendable guardarla en un estuche con forro interior de tela, separada de otras creaciones. La aguamarina se puede limpiar con agua tibia y jabón suave y, a continuación, secarla con un paño suave.